

Nueve maneras de decir nadie (El nuevo Anaxímenes o fragmentos de monólogo futuro)
De nada sirve un nombre para aquello que no lo necesita. El viento, por ejemplo, no necesita un límite para tener forma, es simplemente en lo-que-toca. Obsérvalo. Es movimiento. Es silencio. Observa. Allí (entre la arena, ese invisible lugar que sólo existe porque hay huellas) vive el viento disfrutando del tiempo en sus extremos, de la debilidad del agua, cuando cae, del lento sabor de un cuerpo que lo cruza. Eres tú quien pasa ahora por delante, desciendes, hasta la ceniza